Ayer, durante mi guardia, me avisaron de que un familiar estaba mal, que probablemente fuera su último día. Me gustaría decir que cuando llegué a la habitación lo vi cómodo y sin dolor. Me gustaría decirlo, pero no puedo. Hoy, a las 9:42 de la mañana, he recibido un mensaje de mi hermana con su nombre y dos palabras.
El cáncer se lo ha llevado. Se lo ha llevado con la velocidad de una montaña rusa: primero lento y luego de golpe. No aceptaba morir, ninguno lo aceptábamos. Porque era joven, porque tenía unas ganas de vivir como muy poca gente tiene, porque era una buena persona, porque es injusto.
Es muy injusto.
La vida es muy injusta.
Hoy el mundo se ha quedado un poco más vacío.